miércoles, 4 de junio de 2008

MENSAJE (Dedicado a la Muerte)



Me has venido a visitar

Muerte peluda y horripilante,

te metiste dentro de mi cuerpo

sin siquiera pedir permiso,

te alojaste en mis arterias

para jalarme hasta tu último placer.

Te quisiste enquistar,

amarrar, aprovechar,

alquilarme como viejo

departamento usado,

apropiarte en definitiva

para reducirme a un recuerdo.

Pero resulta que aún

tengo ganas de vino,

aún me aferro a las

enjundiosas comilonas.

Despierto mis sentidos

con una exactitud de ferrocarril,

alzo mi lanza

para penetrar oscuros

callejones de placer;

es decir

la vida me tiene atrapado en su

maraña incandescente

y no me deja escapar,

somos aliados en

goce cotidiano.

Como puedes ver,

estás demás,

sobras como un helado

en el polo. Aléjate,

toma tu sombrero añejo

tus huesos de sonajero,

tu capa ajada y harapienta,

tu guadaña obsoleta

y sal de mi aorta.

Yo no soy hoy, carne para ti.

No tenemos más relación

que el futuro

y ese está muy lejano.

Déjame agotarme en los

caminos retorcidos de la noche.

Déjame subir a los cerros.

Déjame olvidarme

incluso de mí mismo.

Quizás algún día te llamaré.

Hasta puede que te invite a bailar

o a pasear por la playa en invierno

bajo suave garúa escuchando

el canon de Pachelbel

o a mirar como el mar juega

con el último pedacito de sol.

Pero por ahora:

¡Ándate a la cresta!

Entiende,

debo vivirme: todavía no me he cansado

lo suficiente,

aún me quedan esperanzas

y hasta un canto olvidado.

Estoy ocupado.

Vete.

Déjame sólo con mis compañías,

debo satisfacerlas a todas,

no tengo tiempo para ti.

Debo encontrar lo hasta ahora

no hallado,

llenar carillas infinitas,

repartir caricias

y así será.

gastón herrera cortés.

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