DEL LIBRO “INTROSPECCIONES”
III
Por la escalera baja una ausencia,
el sexo juega con algarabía en el cuarto de arriba.
IV
A la medianoche saldré a buscar cofres de
entierros maravillosos.
Al amanecer un rayo irónico de sol
se posará sobre mis mejillas.
VII
Los pedruscos del camino
bailaban, saltaban,
se disparaban impulsados
por tus zapatos inconscientes.
El viento peinaba arpegios de velocidad en tu pelo,
las lágrimas secas por el viento de la huida
eran reemplazadas por nuevas.
Mientras tanto,
yo bebía un vino aterciopelado
analizando las implicancias de un adiós.
IX
En recipiente de oro guardo el momento exacto
de tu despedida.
Lo conservo sólo para recordar la sonrisa de alivio
que entonces oculté.
XIV
Tu mano se extendía con
rictus de súplica
solicitando el pan nuestro de
cada día.
Los paseantes miraban al
cielo compadeciéndote, pero
al mismo tiempo
evitando verte.
XVII
Como de cíclope gigantesco
tu única mirada me persigue,
me investiga, me juzga
me condena.
Me oculto entre los duendes del vino,
entre las piernas del placer,
me disuelvo en el humo del cigarrillo,
pero sigues tras mío.
Eres complicado
inquieto Ojo de Dios.
XXXIII
No quiero dañarte.
Has cubierto mis espacios con dulzura enorme,
has sacrificado tus tiempos
por mis sonrisas.
Déjame partir sin palabras.
XXXVII
Todas las noches rezo por
tu alma.
No se si es para que
seas feliz o
para que yo me sienta feliz.
XLVIII
Infinito, acércate a mis
manos de mariposa.
LII
Como gaviotas etéreas
son tus dedos en mi cuerpo.
Danzan, se desplazan, acarician, picotean.
A veces, en las mañanas
me despierto con la brisa del mar cantando en mi oído.
LIII
El destierro de Adán y Eva del paraíso, apenó a Dios.
Una lágrima suya cayó a la tierra y nacieron los océanos.
LIV
Cuando Marte dominó
a la tierra,
el amor, silenciosamente, armó su nido
en un prostíbulo.
LXIII
Los veo serios y carilargos,
de negro y ojos enrojecidos,
y todo sigue igual:
los autos apuran los minutos en las calles
las prostitutas ofrecen su mercadería
los obreros se quejan de su suerte
y yo indiferente,
sigo muerto en mi cajón.
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